En la bahía de tu mirada sueñan los pájaros canciones profundas de trompeta al atardecer, como el humo rosáceo de un devenir divino que se materializa se crean los paraísos de los retoños de las flores de la primavera del corazón.
Como un setiembre que escucha y contempla la poesía que emana las tardes se tornan místicas como el brillo pícaro de tus ojos cuando se incendian en llamas de belleza.
Así, de la sobriedad nace la inesperada caricia eléctrica, y de la sobria ebriedad buscada acontece la ebria sobriedad encontrada y se reconcilian los afueras con los adentros y los pasados con los futuros y el presente lo inunda todo con su paz de eternidad y el eco gozoso de sus infinitos.
La muerte es una sobredosis de vida que desemboca en el nacimiento de una fuente de amor, la mente es una brújula la loca tratando de navegar en el misterio y el corazón es un arrojado timonel que con la fuerza de un ciclón cruza los mares de la existencia surcándolos como una respiración que inspira el universo entero y exhala una estela orgásmica y apoteósica de estremecimiento.
Sergio Sanz Navarro