A veces me voy a lugares lejanos tan solo para escribir, ni si quiera sé si voy a hacerlo, ni si quiera sé a dónde voy ni con quién me encontraré pues la mayoría de las veces no encuentro nada que no sean esquivos rostros de desconocidos con los que bailar juntos el inerte baile de la indiferencia y las palabras vacías. A veces hasta cojo el metro para ello y voy a lugares donde en algún momento fuí feliz y dónde muchas veces solo encuentro furtivas notas de vacío y me siento como si navegara en un bote atado a un muelle.

De veras a veces me la paso buscando pues siempre me negué a condenar la búsqueda. Tantas personas hablan de encontrar, a veces sin buscar encontré pero la mayor parte del tiempo me la pasé esperando encontrar mientras buscaba. Son días extraños, cualquiera que contemplara mi ruta, podría mirarme como una abeja aletargada que ha perdido el rumbo en la colmena ,pero sin embargo cuando de repente paro y bebo esa dulce tristeza cercana a la autocompasión, saboreo una miel que comparto cómo puedo alejándome de los tópicos y sin tomar psicotrópicos, para ir al trópico de esa lírica y tropical bohemia que respiro sentado en los puentes que atraviesan las noches lacustres de las playas púrpuras de mi corazón.

Qué pena siento cuando las horas se me tornan preliminares que no desembocan en subidones , cuando la vida se me torna introducción y ya, cuando exploro los acuosos y variados colores de la soledad y echo de menos esa alegría sonrisa que tiene su causa en ella misma que me encanta compartir cuando me enamoro.

Es ancha la estrechez del anhelo que vibra en aquel que persigue con ahínco el éxtasis del amor, amarga como ver una hermosa velada desde las rendijas de un pórtico en una fresca noche de verano.

Y sin embargo un oceáno de silencio me inunda cuando escribo la música que exhala estas palabras y el ruido se torna tan solo en ondas desintonizadas y huérfanas que expelemos cual lanza tiros al aire un frustrado vaquero en el lejano oeste.

Perplejo de hermosura en tan ignoto paisaje, cada vez más tierno con todo, abrazo toda alarma y me deleito en la compasión y aunque a veces acurrucado en mi cama siento frías cosquillas de tintineos de campanas negras de muerte ,es cada vez mayor la calidez que me inunda cuando me hermano con una suerte de rendición que surge cuando dejo de inflar las pretensiones que surgen en mi cuando me peleo conmigo para no resignarme a no «aprovechar»» la vida y volar en el placer.

Esa es para mí la magia del atardecer, es por eso que llamé así a mi blog y a mi primer libro. Porque para mí el atardecer es un sentir de tregua, pero una tregua que se perpetua en paz eterna y disuelve el tiempo. Atardecer es cuando miro la vida y me enamoro de mi mirándola y me enamoro de mi amándola. Atardecer es cuando el brillo de mis ojos se extiende oceánicamente a todo y me diluyo y me baño en el mar delicioso del reencuentro con la efervescente vida. Atardecer es soñar en tus ojos el amor real y bailar inconteniblente la inexplicable alegría del misticismo. Atardecer es cuando ya no existe más el llegar tarde, y mi experiencia se convierte en la serena dicha de un florido balcón que se funde con la mirada de un paisaje precioso, iluminado con las antorchas de la belleza al desplegarse el arrebol de nuestra divinidad en la creación. Y así es como viajo del enfado a la gratitud. Gracias a ti que me lees, a ti que te siento en mi sonrisa, a ti, que respiramos juntos el vértigo de esta aventura y la calma que se nos brinda cuando descubrimos que este soñar delicioso nos despierta de toda pesadilla y toda preparación para la fiesta se convierte en la fiesta misma.

Deja una respuesta

Introduce tus datos o haz clic en un icono para iniciar sesión:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s