A veces el Amor me mandaba a brillar al «infierno». Y el infierno a veces era un puticlub, otras era un fumadero, la cuenta bancaria o una plaza, y a veces eran tus ojos incendiados de un juicio inexplicable y sin sentido.
A veces el Amor me mataba de noche, sentía que moría entre vómitos energéticos y silencios sepulcrales y cantos siderales y sirénicos de suicidio.
A veces el Amor me llenaba de llagas los pies y me impelía a seguir caminando. Una vez me mandó una plaga de aburrimiento que me volvió loco de amor por la celebración de la vida y la fiesta.
A veces el Amor me mandaba a la policía una y otra vez, vestida de azul vino poco pero la verdad la veía en miles de ojos que me rechazaban con su asquerosa suspicia y cuando de noche me levantaba ya ni la veía en el espejo y el Amor que era yo me decía yo que me decía a mi mismo y en voz alta salía:
Te amo
Sergio Sanz Navarro